COVID-19 en la Argentina: el 65% de los adolescentes aún no recibió la dosis de refuerzo

COVID-19 en la Argentina: el 65% de los adolescentes aún no recibió la dosis de refuerzo
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En la Argentina, las dosis de refuerzo contra el COVID-19 se habilitaron para ser aplicadas en adolescentes el 26 de enero pasado. Cada chico debía esperar 4 meses después de haber recibido la segunda inmunización del esquema inicial de vacunación. Ya pasaron más de 6 meses desde la recomendación de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CONAIN), pero el 65% de ellos todavía no fue a recibir la dosis de refuerzo.

Esta aplicación busca prolongar el efecto protector del esquema de vacunación inicial. Las primeras dosis se habían habilitado en agosto del año pasado para adolescentes con factores de riesgo, y más adelante se sumó al resto. Las vacunas son efectivas y seguras para reducir el riesgo de hospitalización y muerte, pero tienen un límite en cuanto la duración en que brindan esa protección. Por lo cual, hoy es más importante que nunca acceder a la dosis de refuerzo.

Las vacunas autorizadas en la Argentina para su uso en adolescentes son las desarrolladas por los laboratorios Pfizer/BioNTech y Moderna. Ambas son vacunas basadas en plataformas de ARN mensajero. El 92,1% de los adolescentes de 12 a 17 años ya accedió a la primera dosis, y el 80,6% recibió la segunda dosis. Pero solo el 35% fue a recibir el refuerzo, según la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles del Ministerio de Salud de la Nación.

“Hay varias razones que explican por qué aún las mayoría de los adolescentes no se han ido a vacunar con el refuerzo”, dijo a Infobae Analía De Cristófano, jefa de la sección de infectología pediátrica y miembro del Comité de infecciones del Hospital Italiano de Buenos Aires y de la Sociedad Argentina de Infectología. “Los adolescentes suelen tender a pensar que no son un grupo de riesgo para diferentes trastornos. Se creen inmunes a todo, incluyendo al COVID-19. Además, en este momento no hay una conciencia social muy fuerte en la población en general sobre la importancia de aplicarse la dosis de refuerzo”, agregó.

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Pero no aplicarse la dosis de refuerzo implica riesgos. “Con el paso de los meses, la protección de las dos dosis baja y se necesita recibir el refuerzo para volver a tener defensas y no tener cuadros graves. Si bien puede ser en un menor porcentaje, los adolescentes también pueden padecer cuadros graves de COVID-19 y requerir hospitalización. No se sabe quién puede desarrollar un cuadro grave. Por lo cual, todos necesitan aplicarse el refuerzo”, señaló la doctora De Cristófano.

Además de desarrollar el COVID-19, los adolescentes están en riesgo de tener el síndrome inflamatorio multisistémico, que es una complicación que puede ser provocada por la infección por el coronavirus (se han notificado 226 casos hasta el momento en el país). Tampoco están exentos de tener secuelas que se engloban como el COVID Prolongado, como también pueden padecer los adultos y los niños durante los meses siguientes.

“Los adolescentes generalmente tienen baja sensación de los riesgos para todas las cosas por sus características vitales. En relación a la dosis de refuerzo hay un bajo incentivo porque el COVID-19 no provoca una enfermedad grave y con una menor frecuencia que en los adultos. Observamos que realizan elecciones de los vacunatorios con bastante proximidad y horarios, y hay un nivel importante de ausentismo o directamente no toman los turnos”, contó a Infobae el médico Gabriel Battistella, subsecretario de atención primaria, ambulatoria y comunitaria del Ministerio de Salud de la ciudad de Buenos Aires.

En diálogo con Infobae la doctora Angela Gentile, a cargo de epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez de Capital Federal y miembro de la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas, explicó: “Con la circulación de la variante Ómicron del coronavirus que es de alta transmisibilidad, se necesita que la población vaya a recibir las dosis de refuerzos. Este invierno el COVID-19 afecta en pediatría junto con otros virus como adenovirus y metapneumovirus. No se han producido efectos secundarios graves por la aplicación de vacunas”.

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“Tenemos la idea de que las infancias no desarrollan formas graves, pero nuestro estudio en 22 centros hospitalarios de la Argentina demuestra que el 6,6% de los pacientes pediátricos sí han tenido cuadros graves”, afirmó la doctora Gentile, que publicó con su equipo un trabajo en la revista Archivos Argentinos de Pediatría. También se detectan síntomas de COVID Prolongado en niños y adolescentes con dificultad para respirar y pérdida del olfato después de la infección. “Necesitamos que los adolescentes vayan a aplicarse los refuerzos para COVID-19 como así también los niños con sus familias”, recalcó.

Los refuerzos -afirmó Gabriela Ensinck, integrante del comité de infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría, al ser consultada por Infobae- protegen contra la variante actualmente circulante Ómicron. Muchos adolescentes aún no han ido a recibir el refuerzo porque creen que el COVID-19 no es más que un resfrío y que no les pasará nada si se contagian. Pero deberían ir a vacunarse. Hoy la dosis de refuerzo es clave para reducir el riesgo de presentar formas graves, del COVID Prolongado y ayudan a la inmunidad colectiva que favorece que se reduzca la circulación del coronavirus”.

De acuerdo con el último Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud de la Nación, el 45,4% de la población general recibió el primer refuerzo. El grupo etario que más adhirió a recibirlo fue el de los mayores de 50 años o más: lo recibió el 70,3%. “Que la población hoy no vaya a recibir los refuerzos es una preocupación. Lo que pasó es que la hospitalización y la mortalidad por el COVID-19 se redujeron gracias a la vacunación. Por eso la población tiene una baja percepción de riesgo frente a la infección. Pero se necesita que las personas vayan a aplicarse la dosis de refuerzo para que las tasas de hospitalización y la mortalidad continúen bajas”, explicó a Infobae Analía Urueña, quien forma parte de la iniciativa Confianza en las Vacunas Latinoamérica, y es directora del Centro de Estudios para la Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles de la Universidad ISalud.

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Con respecto a las vacunas basadas en plataformas de ARN, ha circulado información falsa en todo el mundo, que ha llevado a que algunas personas vacilen y desaprovechen la oportunidad de acceder a la inmunización oportunamente. Desde los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos se aclaró que las vacunas no crean ni causan variantes del virus que causa el COVID-19. Por el contrario, lo que hacen las vacunas es ayudar a prevenir que aparezcan variantes nuevas.

Otros mitos que se difundieron fueron que las vacunas de ARN mensajero contenían un microchip y virus vivos. Sin embargo, no es cierto que tengan un microchip ni tampoco virus vivos. Según explicaron los CDC, esas vacunas les enseñan a las células humanas “a producir una porción inocua de la proteína de la Espiga que está presente en la superficie del virus que causa el COVID-19. Después de producirla, las células muestran esta porción de proteína creada sobre su superficie. Nuestro sistema inmunitario reconoce que la proteína es un cuerpo extraño y comienza a generar una respuesta inmunitaria para deshacerse de ella. Cuando se comienza a generar la respuesta inmunitaria, se crean anticuerpos que desencadenan la misma respuesta producida por una infección natural”.

Infobae

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