Las máximas de San Martín para Merceditas “dignas de ser enseñadas en todos los hogares y en todas las escuelas”
Mendoza es el lugar, no sólo desde donde José de San Martín preparó su estrategia continental, impulsó la declaración de la Independencia y la Libertad de todo el continente, sino donde asombró a propios y extraños como gran estadista, líder destacado y hombre público honesto y austero.
Es también la tierra que el 24 de agosto de 1816 viera nacer a su hija Mercedes Tomasa “La Infanta Mendocina” como la apodó su padre en carta a su amigo Tomás Guido. Será por aquellos tiempos, en su “Ínsula Cuyana”, donde José Francisco podrá disfrutar de una vida familiar completa, pese a sus múltiples ocupaciones, y serán los únicos años continuados en que podrá compartir el calor de hogar junto a su esposa Remedios.
La reciente paternidad y la apacible vida en esta tierra lo llevaron a dirigir el 12/10/1816, el siguiente mensaje:
“Señor gobernador intendente de esta provincia… Es muy natural al hombre prever la suerte que se propone pasar en la cansada época de su vejez. El estado de labrador es el que creo más análogo a mi genio, y como un recurso y asilo a las inquietudes y trabajos de una vida toda ocupada al servicio de las armas. Mi fortuna menguada no me ha proporcionado jamás un fondo rural, con que contar para este estado, a que aspiro, pero ni aún el fijarme a un territorio o provincia en que goce de tranquilidad. La de Cuyo es la que ha podido decidirme por el buen carácter de sus habitantes, para elegir un rincón de ella, en que dedicarme a romper el campo, cultivarlo y formar mis delicias. Y por haber propendido yo mismo a que se fomenten, se pueblen y cultiven los que hay en inmenso espacio a la parte del norte del Retamo les profeso una decidida inclinación.
El corto número de cincuenta cuadras llena mi aspiración y deseos, más no puedo contar con ellas si V.S. no me hace acreedor a que se me señalen por título de merced y gracia. El sumo valor a que se ha podido fijar el precio de cuadra es cuatro pesos y esto mitad al contado y mitad a plazo para poderse hallar compradores, y que desde luego gocen los dueños de un terreno que cultivar y el terreno de propietario que lo trabaje. Es decir que las cincuenta cuadras que pido por merced sólo valen doscientos pesos. No los tengo, y en caso de tenerlos las compraría. La voluntaria cesión de la mitad de mis sueldos me ha reducido a pasar una vida frugal, y sin el menor ahorro para embolsar, ajustándome a una economía tan estrecha como la porción del sueldo con que contaba. Si V.S. cree que se me debe hacer merced del terreno mencionado podrá librar en mi favor el título de propiedad…”.
Esta petición será atendida por el Gobierno de Mendoza y además en virtud a los títulos de ilustre vecino y en agradecimiento a la decisión del gran capitán de pasar sus días en esta tierra, el Gobierno le “…añade la de doscientas cuadras más para su señora hija doña Tomasa Mercedes, con que él y la provincia por medio del muy ilustre cabildo de esta capital agradecida a la distinción que V.S. le dispensa, escogiéndola para ser uno de sus vecinos, quieren demostrar su gratitud y reconocimiento; y acordar igualmente que en memoria de V.S. como autor del establecimiento de la villa de los barriales que ya va a plantificarse, según lo que V.S. tenía acordado, se erija una columna en el centro de la plaza de ella con el mote siguiente: Multa mervit fecerat ille magis, y por su reverso el nombre de V.S. …”.
El inicio de la campaña libertadora y los posteriores acontecimientos, en especial los de orden político, la frágil salud de su esposa y su posterior deceso, impedirán al gran americano cumplir su sueño de retirarse de la vida pública para vivir en un rincón de esta tierra con su familia. Por el contrario, salvo algunos momentos de paso por Mendoza a Buenos Aires y viceversa, cumpliendo sus funciones de Libertador, en los que podrá compartir breves espacios de tiempo con Remedios y su hija Merceditas, a partir de 1820, año en que iniciará la campaña libertadora del Perú, no volverá a ver a su esposa.
Sofocado por la presión y las continuas críticas que le impedían disfrutar de su sueño chacarero en Mendoza, y ante la muerte de Remedios luego de una larga enfermedad; finalmente se reencontrará con su hija en Buenos Aires en diciembre de 1823 camino al ostracismo, embarcándose ambos para Europa el 10/02/1824 a bordo del navío Le Bayonnais. Merceditas tenía entonces 7 años y medio y había sido criada por su abuela materna Tomasa de la Quintana… Según lo relata el propio San Martín “lo más del viaje lo pasó arrestada en el camarote”, pues según le explicaba a su amigo Tomas Guido años después: “Cada día me felicito más y más de mi determinación de haberla conducido a Europa y arrancado del lado de doña Tomasa; esta amable señora con el excesivo cariño que la tenía me la había resabiado (como dicen los paisanos) en términos que era un diablotín …”.
Hacia 1825 San Martín se encuentra instalado en Bruselas, “lo barato del país y la libertad que se disfruta” lo han decidido a quedarse allí hasta tanto finalice la educación de su hija. Como en esta, en muchas otras comunicaciones allende el Atlántico, el gran capitán expresaba a sus amigos: O’Higgins y Guido, su permanente preocupación y desvelos por la educación de Mercedes, asegurando que “La mutación que se ha operado en su carácter es tan marcada como la que ha experimentado en figura”.
Por esos años escribirá las Máximas para mi Hija, que hoy bien pueden ser consideradas un verdadero código de ética y un modelo de educación para los jóvenes, pero que en realidad demuestran el carácter sencillo, simple, austero y ejemplar de este padre cariñoso y severo, responsable y prudente que transmitirá a través de sencillas frases, su filosofía de vida, a su amada hija:
- Humanizar el carácter y hacerlo sensible aún con los insectos que nos perjudican. Sterne ha dicho a una mosca abriéndole la ventana para que saliese: “Anda, pobre Animal, el Mundo es demasiado grande para nosotros dos”.
- Inspirarla amor a la verdad y odio a la mentira.
- Inspirarla gran Confianza y Amistad pero uniendo el respeto.
- Estimular en Mercedes la Caridad con los Pobres.
- Respeto sobre la propiedad ajena.
- Acostumbrarla a guardar un secreto.
- Inspirarla sentimientos de indulgencia hacia todas las Religiones.
- Dulzura con los Criados, Pobres y Viejos.
- Que hable poco y lo preciso.
- Acostumbrarla a estar formal en la mesa.
- Amor al Aseo y desprecio al lujo.
- Inspirarla amor por la Patria y por la Libertad.
Al decir de Ricardo Rojas en su obra el Santo de la Espada: “Si estas máximas, dignas de ser enseñadas en todos los hogares y en todas las escuelas, son admirables como doctrina, más admirable es el tacto de autoridad y amor con que el padre viudo y solitario logró hacer del diablotín insubordinado que se llevó de Buenos Aires, una mujer ejemplar…”. Y precisamente así lo describía San Martín, quien en la carta ya citada a Guido le comentaba: “El inglés y francés le son tan familiares como su propio idioma y su adelanto en el dibujo y música son sorprendentes. Usted me dirá que un padre es un juez muy parcial para dar su opinión, sin embargo mis observaciones son hechas con todo el desprendimiento de un extraño, porque conozco que de un juicio equivocado pende el mal éxito de su educación…”.-
Al cabo de unos años, los esfuerzos del abnegado padre en pos de la educación de su hija se ven coronados por el éxito, al juzgar de sus propias palabras: “La educación que Mercedes ha recibido bajo mi vista no ha tenido por objeto formar de ella lo que se llama una dama de gran tono, pero sí el de hacer una tierna madre y buena esposa; con esta base, y las recomendaciones que adornan a su hijo de usted, podemos prometernos que estos jóvenes sean felices, que es a lo que aspiro”. Con estas palabras se dirigía San Martín a Dominga Buchardo, madre de su futuro yerno el joven Mariano Balcarce, quien casó con Merceditas en 1832.
Desde entonces, la familia – ahora San Martín y Balcarce- , conformarán un hogar sencillo y modesto, en que el respeto, amor y culto al ilustre abuelo serán el centro de la casa en que crecerán María Mercedes y Josefa (Pepa), sus dos únicas nietas, que serán el remanso del guerrero en su vejez.
Al escribir su testamento en 1843 el anciano general expresaba respecto de su hija: “Aunque es verdad que todos mis anhelos no han tenido otro objeto que el bien de mi hija amada, debo confesar que la honrada conducta de esta y el constante cariño y esmero que siempre me ha manifestado han recompensado con usura todos mis esmeros, haciendo mi vejez feliz”. Sin duda nada puede agregarse a estas palabras que llevan un profundo afecto y amor por su hija y por su familia.
El 28/02/1875 en Brunoy Francia, “la mendocina” concluirá sus días, y una década más tarde, el 20 de febrero de 1885, murió Mariano Severo Balcarce. La última descendiente de José Francisco de San Martín: Josefa Balcarce y San Martín de Gutiérrez Estrada, dejará de existir el 15 abril de 1924 a los 88 años de edad, en el mismo lugar que su madre.
En 1951, los restos de Mercedes, de Mariano Balcarce y de María Mercedes fueron repatriados desde Francia y trasladados a un monumento fúnebre especialmente construido en la basílica de San Francisco, de la ciudad de Mendoza.
Así el gran prócer americano, aquel que ha vencido los Andes, liberado naciones, fundado repúblicas, enfrentado desgracias y desconfianzas, el hombre que “ha logrado vencerse a sí mismo” en innumerable ocasiones, lograba su mayor desafío: ser un padre dedicado, un abuelo cariñoso y un ejemplo de hombre público y privado. Qué otras razones necesitamos para proclamar al país y al mundo que el 24 de Agosto, es y debe ser nuestro legítimo Día del Padre Argentino,
Así como se lo celebra en Mendoza y Corrientes, desde hace muchos años, Argentina toda debe forjar y tributar en cada padre de nuestra tierra el ejemplo sanmartiniano, porque: “Serás lo que hay que ser o no eres nada”.
Infobae