Condenan a dos jóvenes acusados de extorsionar a un sacerdote
Dos jóvenes fueron condenados a tres años de prisión por haber chantajeado a un sacerdote. La sentencia llegó a través de un juicio abreviado y la víctima participó de manera virtual, ya que se encuentra en otra provincia. Todavía queda que se juzgue a otro detenido y que se detenga al cuarto acusado que está prófugo desde hace más de un mes.
El viernes 23 de noviembre, según consta en el expediente judicial, el párroco de una iglesia de la capital se dirigió hasta el domicilio de un tal “Mudo” para contratar un servicio sexual de una mujer. Allí le habrían ofrecido tener relaciones con dos personas a cambio de que le pagara $4.000 a cada uno y se hiciera cargo del gasto del hotel alojamiento.
El religioso aceptó la propuesta y, a bordo de un vehículo VW Polo, se dirigieron a Villa 9 de Julio a buscar a las personas para que tuvieran relaciones sexuales. Luego partieron hacia el hotel ubicado en la diagonal que va a Tafí Viejo. Cumplido el cometido, se marcharon del lugar.
Más detalles
A los dos días, el sacerdote fue citado por Juan Ramiro Rojas en avenida América y Santa Fe. Al llegar, el religioso se encontró con el hombre que lo había llamado. A los pocos segundos, aparecieron en la escena Juan Ramón Medina y Oscar Antonio Trujillo. Haciéndose pasar por policías, los dos últimos, le mostraron de un celular fotos íntimas del encuentro sexual que habían mantenido. Le pidieron U$S 50.000 para que no difundieran esas imágenes.
La víctima les dijo que no tenía esa suma de dinero y que sólo les podía entregar unos U$S7.000 que tenía depositados en una financiera desde los últimos días de noviembre. Esa noche, según consta en el expediente, les entregó los $4.000 que tenía en su poder.
Con el correr de los días, los acusados comenzaron a enviarle mensajes amenazantes. No sólo le exigían el pago de esa suma de dinero, sino también la entrega de su auto particular. Acorralado por los extorsionadores, decidió denunciar el caso en el Ministerio Público Fiscal.
Por orden de la titular de la Unidad Fiscal de Delitos Complejos, Mariana Rivadeneira, se montó un operativo especial para atrapar a los sospechosos. La víctima citó a los implicados a un encuentro en la estación de servicio que está ubicada en avenida Ejército del Norte y Mendoza. Luego, los señalados cambiaron de lugar y terminaron reuniéndose en San Martín y Juan Luis Nougués.
En ese lugar también estaban los investigadores de la ex Brigada al mando de los comisarios Miguel Carabajal y Jorge Dib. Así detuvieron a Medina, Trujillo y Rojas. También les secuestraron los celulares que tenían y que, supuestamente, fueron utilizados para comunicarse con el cura.
El proceso
En una audiencia, la fiscala Rivadeneira, con el apoyo del querellante José María Molina, logró que se les dictara la prisión preventiva a los tres detenidos. El debate fue privado para proteger a la víctima. Esa es la razón por la que su nombre se mantiene en reserva.
Los acusados, a través de sus defensores, comenzaron a negociar un acuerdo para que el caso se realizase a través de un juicio abreviado. Ayer se realizó la audiencia, donde la jueza Fanny Siriani lo terminó homologando.
Al tratarse de una audiencia privada, fuentes judiciales confirmaron que los imputados Trujillo y Rojas terminaron siendo penados a tres años de prisión condicional al haber sido encontrados culpables del delito de chantaje. También trascendió que el sacerdote no había solicitado ningún tipo de reparación.
Las mismas fuentes explicaron que Gustavo Morales, defensor del otro acusado y del prófugo, decidió no sumarse al acuerdo, por lo que el proceso en su contra seguirá abierto. En su momento, el profesional había anunciado que presentaría un testigo clave, pero hasta el momento no trascendió si efectivamente lo hizo y, en caso de haberlo hecho, no se conocieron detalles de los datos que aportó.
El Arzobispado, en una situación que no tiene antecedentes en la provincia, emitió cuatro comunicados de prensa un mismo día por este caso. El primero, informando que no estaba al tanto de la situación y, el último, anunciando que separaba de su cargo al sacerdote hasta tanto se realizase una investigación interna. Días después, la víctima viajó a otra provincia por miedo a represalias ya que los familiares de los acusados y el prófugo conocían su domicilio.