En un partido de locos, River empató con Atlético Tucumán y dejó dos puntos en el camino
La noche de River en Tucumán puede resumirse perfectamente en el penal-gateque protagonizóEsequiel Barco al desobedecer la orden de Martín Demichelis para que esa repetición la pateara Miguel Borja: confusa, poco lúcida, sin esa picardía que venía mostrando en los partidos en los que venía superando claramente a sus rivales (Barracas, Vélez, Excursionistas y Riestra).
¿Puede, entonces, ser tan determinante una jugada de ese estilo en el ánimo de un equipo? Más allá del cambio del habilidoso puntero en el descanso y de un atisbo de claridad mostrado en el inicio del segundo tiempo gracias al buen ingreso de Franco Mastantuono, lo cierto es que ese hecho pareció desorientarlo, desenfocarlo del libreto que estaba planificado: careció de juego interno, volvió a no poder trasladar la alta posesión de la pelota (71%) a chances claras de gol, le faltó desborde y sufrió tanto en defensa que tranquilamente podría haberlo perdido…
Es que a la inédita dupla central Boselli-Funes Mori (primera vez del uruguayo en su posición natural) le faltó la misma sincronización que a los componentes de la sala de máquinas que deben generar el fútbol: mientras ellos padecieron al igual que los laterales diversos pelotazos cruzados y habilitaciones al espacio, arriba a River le faltó frescura para que Borja y Colidio pudieran tener al menos una chance (solo la tuvo el colombiano, exigido, en el primer tiempo).
En ese sentido, si ni Nacho Fernández -que venía de ser figura-, ni Barco -afectado por todo el tema del penal- ni Aliendro -todavía lejos de su mejor versión del año pasado- dieron ese pase diferencial, bastante tuvo que ver el buen planteo de una dupla Orsi-Gómez que no llegaba en su mejor momento: Sánchez y Acosta fueron dos termitas y Pereyra, la figura.
Acaso la mejor noticia para Demichelis fue, además sostener el invicto y la punta, que Nico Fonseca fue el más claro de la mitad de la cancha: correcto en defensa, con buenos pases filtrados y cada vez mayor regularidad en su rendimiento, volvió a dar muestras de su levantada.
Pero estuvo lejos de alcanzar. Una desobediencia terminó siendo casi letal: este River fue más 2023 que 2024.
Olé