La Capilla Sixtina se transforma: preparativos en marcha para el cónclave

La Capilla Sixtina, joya del Renacimiento y epicentro de la elección papal, está en plena transformación. Desde el 28 de abril, sus puertas se cerraron al público para dar paso a los preparativos del cónclave que, a partir del 7 de mayo, reunirá a 133 cardenales electores para elegir al 267º sucesor de Pedro.
Bajo los frescos de Miguel Ángel, operarios instalan tarimas, estufas y sistemas de seguridad de última generación, mientras el mundo espera la fumata blanca que anunciará al nuevo líder de los 1.400 millones de católicos.
La Capilla Sixtina, joya del Renacimiento y epicentro de la elección papal, está en plena transformación. Desde el 28 de abril, sus puertas se cerraron al público para dar paso a los preparativos del cónclave que, a partir del 7 de mayo, reunirá a 133 cardenales electores para elegir al 267º sucesor de Pedro.
Bajo los frescos de Miguel Ángel, operarios instalan tarimas, estufas y sistemas de seguridad de última generación, mientras el mundo espera la fumata blanca que anunciará al nuevo líder de los 1.400 millones de católicos.
Un escenario histórico
La Capilla Sixtina, construida entre 1473 y 1481 bajo el papado de Sixto IV, ha sido el escenario principal de los cónclaves desde 1492. Sus 40 metros de largo, 13 de ancho y 21 de alto, decorados con los frescos de Miguel Ángel —como La Creación de Adán y El Juicio Final—, se convierten en un espacio de oración, deliberación y secreto absoluto.
La Capilla Sixtina, joya del Renacimiento y epicentro de la elección papal, está en plena transformación. Desde el 28 de abril, sus puertas se cerraron al público para dar paso a los preparativos del cónclave que, a partir del 7 de mayo, reunirá a 133 cardenales electores para elegir al 267º sucesor de Pedro.
Bajo los frescos de Miguel Ángel, operarios instalan tarimas, estufas y sistemas de seguridad de última generación, mientras el mundo espera la fumata blanca que anunciará al nuevo líder de los 1.400 millones de católicos.
Un escenario histórico
La Capilla Sixtina, construida entre 1473 y 1481 bajo el papado de Sixto IV, ha sido el escenario principal de los cónclaves desde 1492. Sus 40 metros de largo, 13 de ancho y 21 de alto, decorados con los frescos de Miguel Ángel —como La Creación de Adán y El Juicio Final—, se convierten en un espacio de oración, deliberación y secreto absoluto.
Desde el fallecimiento de Papa Francisco el 21 de abril de 2025, el Vaticano ha acelerado los preparativos para garantizar que este lugar sagrado esté listo para el cónclave, que comenzará tras el período de luto de nueve días.
El lunes 28 de abril, los Museos Vaticanos anunciaron el cierre de la capilla al público, una medida que marca el inicio de los trabajos logísticos.
“Se comunica que la Capilla Sixtina será cerrada al público a partir del lunes 28 de abril de 2025 por las exigencias del cónclave”, señaló el portal oficial de los museos. Este sábado, durante el funeral de Francisco, la capilla y los Museos Vaticanos también permanecieron cerrados en señal de luto.
Transformación del espacio
Los preparativos en la Capilla Sixtina combinan tradición y tecnología moderna. Entre las tareas destacadas se encuentran la instalación de infraestructura.
Operarios han colocado una tarima para nivelar el suelo y facilitar la disposición de 133 sillas de madera de cerezo, personalizadas para cada cardenal elector. Mesas revestidas con manteles rojos y beige flanquean el pasillo central, donde se realizarán las votaciones.
El viernes 2 de mayo, bomberos vaticanos instalaron el conducto metálico en el tejado de la capilla, visible desde la Plaza de San Pedro.
Este sábado, los trabajos se completaron desde el interior, conectando la chimenea a dos hornos: uno para quemar las papeletas y otro para generar el humo —negro si no hay acuerdo, blanco si se elige Papa, gracias a mezclas químicas como perclorato de potasio, antraceno y azufre. Pruebas del sistema asegurarán su correcto funcionamiento.
Seguridad de alta tecnología
Para garantizar la confidencialidad, se han implementado inhibidores de señales, películas protectoras anti-drones y anti-láser en los ventanales, y barridos electrónicos para detectar micrófonos o dispositivos de espionaje.
La Gendarmería Vaticana utiliza una red de radio encriptada para emergencias, y los cardenales deben entregar sus dispositivos electrónicos antes de ingresar.
Estas medidas reflejan la evolución del cónclave, que desde el siglo XIII busca proteger la elección papal de interferencias externas.
La constitución apostólica Universi Dominici Gregis de Juan Pablo II, actualizada por Benedicto XVI, establece un aislamiento total: los cardenales no pueden usar teléfonos, leer periódicos ni comunicarse con el exterior, bajo pena de excomunión.
El ritual del cónclave
El cónclave comenzará el 7 de mayo con la Misa Pro Eligendo Pontifice, presidida por el decano del Colegio Cardenalicio en la Basílica de San Pedro.
Por la tarde, los cardenales, vestidos con sus túnicas rojas, procesionarán hacia la Capilla Sixtina entonando el himno Veni Creator Spiritus.
Tras prestar un juramento de secreto, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas pronunciará el “Extra omnes” (“todos fuera”), y las puertas se cerrarán, dejando a los 133 electores —menores de 80 años— en aislamiento.
Las votaciones, hasta cuatro diarias, requieren una mayoría de dos tercios (89 votos).
Cada cardenal escribe en una papeleta la frase Eligo in Summum Pontificem seguida del nombre de su candidato, la deposita en una urna y jura ante Cristo que vota por quien cree digno.
Si no se alcanza un acuerdo, el humo negro (fumata nera) lo indicará; si hay Papa, el humo blanco (fumata bianca) y las campanas de San Pedro anunciarán la elección, seguida del Habemus Papam desde el balcón de la basílica.
Los cardenales residirán en la Casa Santa Marta, un edificio moderno dentro del Vaticano, donde estarán incomunicados. Este alojamiento, introducido por Juan Pablo II en 1996, reemplazó las incómodas celdas improvisadas de cónclaves anteriores.
Un cónclave bajo presión
Con 135 cardenales electores elegibles, de los cuales dos no asistirán por motivos de salud, este cónclave será el más numeroso de la historia, según expertos.
El 80% de los votantes fueron nombrados por Francisco, lo que podría inclinar la balanza hacia un candidato reformista, aunque la diversidad geográfica y la falta de contacto previo entre muchos cardenales complican las predicciones.
El cardenal sueco Anders Arborelius ha sugerido que el proceso podría extenderse más allá de los dos días de los cónclaves de 2005 y 2013, dado el contexto actual.
Los cardenales se reúnen desde el 28 de abril en congregaciones generales, discutiendo el estado de la Iglesia y el perfil del futuro Papa.
Entre los temas clave están la caída de vocaciones, los escándalos de abusos, las finanzas vaticanas y la conexión con un mundo secularizado.
Algunos, como el cardenal francés Jean-Marc Aveline, han descrito la tarea con “aprensión” y “esperanza”, buscando un “unificador” que continúe o reoriente el legado de Francisco.
Expectativa global
Mientras los operarios ultiman detalles bajo El Juicio Final de Miguel Ángel, la Plaza de San Pedro se prepara para recibir a miles de fieles y curiosos atentos a la chimenea.
La Capilla Sixtina, descrita por Goethe como un lugar que revela “lo que un hombre es capaz de lograr”, no solo será un espacio de votación, sino un símbolo de la continuidad de una tradición milenaria.
El cónclave de 2025, que podría durar días o semanas, determinará si la Iglesia seguirá la senda reformista de Francisco o adoptará un rumbo más conservador.
FOTO: La Capilla Sixtina se prepara para el cónclave.
FOTO: La Capilla Sixtina se prepara para el cónclave.
FOTO: La chimenea para anunciar al mundo que hay papa.
La Capilla Sixtina, joya del Renacimiento y epicentro de la elección papal, está en plena transformación. Desde el 28 de abril, sus puertas se cerraron al público para dar paso a los preparativos del cónclave que, a partir del 7 de mayo, reunirá a 133 cardenales electores para elegir al 267º sucesor de Pedro.
Bajo los frescos de Miguel Ángel, operarios instalan tarimas, estufas y sistemas de seguridad de última generación, mientras el mundo espera la fumata blanca que anunciará al nuevo líder de los 1.400 millones de católicos.
Un escenario histórico
La Capilla Sixtina, construida entre 1473 y 1481 bajo el papado de Sixto IV, ha sido el escenario principal de los cónclaves desde 1492. Sus 40 metros de largo, 13 de ancho y 21 de alto, decorados con los frescos de Miguel Ángel —como La Creación de Adán y El Juicio Final—, se convierten en un espacio de oración, deliberación y secreto absoluto.
Desde el fallecimiento de Papa Francisco el 21 de abril de 2025, el Vaticano ha acelerado los preparativos para garantizar que este lugar sagrado esté listo para el cónclave, que comenzará tras el período de luto de nueve días.
El lunes 28 de abril, los Museos Vaticanos anunciaron el cierre de la capilla al público, una medida que marca el inicio de los trabajos logísticos.
“Se comunica que la Capilla Sixtina será cerrada al público a partir del lunes 28 de abril de 2025 por las exigencias del cónclave”, señaló el portal oficial de los museos. Este sábado, durante el funeral de Francisco, la capilla y los Museos Vaticanos también permanecieron cerrados en señal de luto.
Transformación del espacio
Los preparativos en la Capilla Sixtina combinan tradición y tecnología moderna. Entre las tareas destacadas se encuentran la instalación de infraestructura.
Operarios han colocado una tarima para nivelar el suelo y facilitar la disposición de 133 sillas de madera de cerezo, personalizadas para cada cardenal elector. Mesas revestidas con manteles rojos y beige flanquean el pasillo central, donde se realizarán las votaciones.
El viernes 2 de mayo, bomberos vaticanos instalaron el conducto metálico en el tejado de la capilla, visible desde la Plaza de San Pedro.
Este sábado, los trabajos se completaron desde el interior, conectando la chimenea a dos hornos: uno para quemar las papeletas y otro para generar el humo —negro si no hay acuerdo, blanco si se elige Papa, gracias a mezclas químicas como perclorato de potasio, antraceno y azufre. Pruebas del sistema asegurarán su correcto funcionamiento.
Seguridad de alta tecnología
Para garantizar la confidencialidad, se han implementado inhibidores de señales, películas protectoras anti-drones y anti-láser en los ventanales, y barridos electrónicos para detectar micrófonos o dispositivos de espionaje.
La Gendarmería Vaticana utiliza una red de radio encriptada para emergencias, y los cardenales deben entregar sus dispositivos electrónicos antes de ingresar.
Estas medidas reflejan la evolución del cónclave, que desde el siglo XIII busca proteger la elección papal de interferencias externas.
La constitución apostólica Universi Dominici Gregis de Juan Pablo II, actualizada por Benedicto XVI, establece un aislamiento total: los cardenales no pueden usar teléfonos, leer periódicos ni comunicarse con el exterior, bajo pena de excomunión.
El ritual del cónclave
El cónclave comenzará el 7 de mayo con la Misa Pro Eligendo Pontifice, presidida por el decano del Colegio Cardenalicio en la Basílica de San Pedro.
Por la tarde, los cardenales, vestidos con sus túnicas rojas, procesionarán hacia la Capilla Sixtina entonando el himno Veni Creator Spiritus.
Internacionales
Sede vacante. Uno por uno, los 133 cardenales que elegirán al nuevo Papa
Tras prestar un juramento de secreto, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas pronunciará el “Extra omnes” (“todos fuera”), y las puertas se cerrarán, dejando a los 133 electores —menores de 80 años— en aislamiento.
Las votaciones, hasta cuatro diarias, requieren una mayoría de dos tercios (89 votos).
Cada cardenal escribe en una papeleta la frase Eligo in Summum Pontificem seguida del nombre de su candidato, la deposita en una urna y jura ante Cristo que vota por quien cree digno.
Si no se alcanza un acuerdo, el humo negro (fumata nera) lo indicará; si hay Papa, el humo blanco (fumata bianca) y las campanas de San Pedro anunciarán la elección, seguida del Habemus Papam desde el balcón de la basílica.
Los cardenales residirán en la Casa Santa Marta, un edificio moderno dentro del Vaticano, donde estarán incomunicados. Este alojamiento, introducido por Juan Pablo II en 1996, reemplazó las incómodas celdas improvisadas de cónclaves anteriores.
Un cónclave bajo presión
Con 135 cardenales electores elegibles, de los cuales dos no asistirán por motivos de salud, este cónclave será el más numeroso de la historia, según expertos.
El 80% de los votantes fueron nombrados por Francisco, lo que podría inclinar la balanza hacia un candidato reformista, aunque la diversidad geográfica y la falta de contacto previo entre muchos cardenales complican las predicciones.
El cardenal sueco Anders Arborelius ha sugerido que el proceso podría extenderse más allá de los dos días de los cónclaves de 2005 y 2013, dado el contexto actual.
Los cardenales se reúnen desde el 28 de abril en congregaciones generales, discutiendo el estado de la Iglesia y el perfil del futuro Papa.
Entre los temas clave están la caída de vocaciones, los escándalos de abusos, las finanzas vaticanas y la conexión con un mundo secularizado.
Algunos, como el cardenal francés Jean-Marc Aveline, han descrito la tarea con “aprensión” y “esperanza”, buscando un “unificador” que continúe o reoriente el legado de Francisco.
Expectativa global
Mientras los operarios ultiman detalles bajo El Juicio Final de Miguel Ángel, la Plaza de San Pedro se prepara para recibir a miles de fieles y curiosos atentos a la chimenea.
La Capilla Sixtina, descrita por Goethe como un lugar que revela “lo que un hombre es capaz de lograr”, no solo será un espacio de votación, sino un símbolo de la continuidad de una tradición milenaria.
El cónclave de 2025, que podría durar días o semanas, determinará si la Iglesia seguirá la senda reformista de Francisco o adoptará un rumbo más conservador.
Sociedad
La muerte de Francisco. Qué es el humo blanco que anuncia que se eligió Papa
Hasta que el humo blanco surja, el mundo aguardará bajo la mirada de los ángeles de Miguel Ángel, en un ritual donde lo humano y lo divino se entrelazan.