Tras la salida de Guillermo Francos, Karina Milei y Santiago Caputo se afianzan en el control del Gobierno
Nada ocurre dentro del Gobierno sin el consentimiento de Javier Milei, por acción u omisión. Por esa razón no se entiende muy bien el desgaste que permitió el Presidente sobre la figura de Guillermo Francos, un jefe de Gabinete que buscó el diálogo con los gobernadores y legisladores en los momentos más difíciles de la administración libertaria.
Atrapado por la pelea entre Karina Milei y Santiago Caputo, Francos no encontró en Milei la mano que le permitiera sortear el constante hostigamiento del superasesor presidencial. Si hasta le costó ser recibido por Milei en los últimos días de su gestión, según lo reconoció el propio exfuncionario.
Ya no tenía más sentido seguir en la Jefatura de Gabinete. Sus interlocutores de la oposición dialoguista lo veían más afuera que adentro del Gobierno y sin poder de decisión, como le ocurrió en distintos momentos del año pasado, cuando prometía algo y luego Milei lo dejaba mal parado con sus decisiones.
En su salida, Francos arrastró, como no podía ser de otra manera, a su mano derecha, el ministro del Interior, Lisandro Catalán. Así, quedó despejado el camino para que Karina Milei acumule mayor poder con Manuel Adorni como nuevo jefe de Gabinete.
A su vez, Adorni mantiene el control de la Jefatura de Gabinete al ascender a su segundo, Javier Lanari. De esa manera, los hermanos Milei tienen garantizada la continuidad de la política comunicacional del Gobierno.
Con el tono que lo caracteriza, Adorni explicó que “había un ciclo cumplido” en la figura de Francos. Pero lo que no quedó en claro es por qué Milei permitió que lo desgastaron tanto.
Está claro que Santiago Caputo también tendrá una importante porción de poder. Le preparan un superministerio para ser el interlocutor válido de gobernadores y legisladores a la hora de tratar en el Congreso el paquete de reformas que quiere Milei, y que le pidieron el FMI y la administración de Donald Trump.
Estamos hablando de las reformas laboral, tributaria y del Código Penal, y en una segunda etapa, los cambios en el sistema previsional.
Los mandatarios provinciales y el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, que estuvieron en la Casa Rosada a pocos días del triunfo electoral de LLA, saben de las urgencias que tiene Milei y de las presiones externas. Pero también tienen en claro que es el momento para arrancarle al Gobierno lo que siempre se les escatimó desde Balcarce 20.
Se trata de las obras públicas paralizadas, que tienen financiamiento de la Nación, y de mayores recursos para las tesorerías provinciales.
Aquí es donde se plantean si las promesas de diálogo y de consenso que escucharon en la Rosada se materializarán en el futuro inmediato. Si el nuevo Milei, que afloró luego del triunfo electoral del pasado domingo, será siempre así.
O si cuando llegue el momento de discutir en el Congreso las reformas, se encontrarán con la intransigencia del Gobierno nacional para modificar su contenido./TN

