Moratoria jubilatoria, dólares y la caja electoral: las claves del nuevo acuerdo de Massa con el FMI

Moratoria jubilatoria, dólares y la caja electoral: las claves del nuevo acuerdo de Massa con el FMI
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El ministro Sergio Massa se anotó como una victoria la renegociación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) con tres puntos centrales: el relajamiento de la meta de acumulación de reservas; la inclusión de la moratoria previsional, que había sido vetada en el programa original; y la libertad de poner en la cancha nuevos instrumentos que le permitan al Gobierno tener caja para afrontar el clima electoral, además del mayor gasto previsto en el presupuesto para los dos primeros cuatrimestres. Al menos, trató de mostrar una cara amable de los nuevos reclamos del organismo crediticio.

Fuentes cercanas al jefe del Palacio de Hacienda revelaron que la “dura” negociación de más de tres semanas se cerró recién a minutos de que termine el domingo, luego de los discursos críticos hacia el organismo que dispararon dos de los socios del Frente de Todos: la vicepresidenta Cristina Kirchner y el jefe del PJ bonaerense, Máximo Kirchner. Massa, sin embargo, dejó claro que la situación política interna no fue parte de los argumentos que definieron la corrección del rumbo.

“Lo estamos renegociando. Nos cagamos a trompadas por tres semanas pare revisarlo”, sentenció una fuente muy cercana al ministro, cuando fue consultada sobre la sintonía que existió entre el reclamo de Cristina Kirchner de revisar el acuerdo con el FMI y el resultado obtenido. De hecho, en el balance que hizo con su entorno, el jefe del Palacio de Hacienda consideró exitosa la reprogramación, tanto en el marco de las condiciones económicas, como en el ordenamiento político interno.

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“Lo pedía Cristina”
Si bien Massa evitó meter en el barro político doméstico a la renegociación, en medio de las internas en el oficialismo, sí dejó claro la toma del poder político para sentarse en la mesa del Fondo Monetario, cambiando puntos centrales, como la amnistía fiscal. “Se tomarán medidas tempranas y decididas para abordar de manera sostenible los costos fiscales de la aprobación imprevista de la moratoria de pensiones para asegurar los objetivos fiscales para este año y los próximos”, señaló el comunicado del FMI.

Sucede que el Gobierno, ya con Massa en el Ministerio de Economía, avanzó en la ley de moratoria jubilatoria, a pesar de las restricciones que habían quedado establecidas en el acuerdo original de renegociación de la deuda. “Lo pedía Cristina”, recordaron. Ahí el jefe del Palacio de Hacienda mostró una diferencia en la gestión con el exministro Martín Guzmán. Incluso, a modo de crítica, dejó claro que el retoque de las metas de acumulación de reservas es producto de que “evidentemente estaban mal”, según confió la fuente consultada.

La tercera pata que le permitió tener un inicio de semana más distendido al ministro fue la confirmación de una “libertad fiscal” para moverse durante los meses previos a las elecciones generales, debido a la estructuración del presupuesto que el propio FMI dio el visto bueno. Hasta septiembre, la billetera de la administración central está habilitada para ponerla en función de las necesidades en clave electoral. Ese punto no fue revisado y le dio aire al Gobierno.

Se suspendió la recompra de bonos
No todas fueron buenas noticias. En Economía dieron por suspendido el proceso de recompra de bonos en dólares que el propio Massa había anunciado a mediados de enero, con el objetivo de calmar a los mercados. El Fondo le flexibilizó la meta de acumulación de reservas, pero, a la vez, le puso un cepo a la utilización de los dólares que están en el Banco Central, de modo que no podrá volver a tener en sus manos la deuda emitida por el Estado y que está en manos de los privados. El objetivo era llegar a los USD 1.000 millones y hasta el momento había logrado llegar hasta la mitad, con aproximadamente USD 500 millones.

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“No se canceló. Lo que no podemos hacer es usar los dólares de las reservas. Pero estamos estudiando nuevas herramientas para reactivarlo”, admitió la fuente consultada por este medio. Uno de las opciones es el REPO con los bancos, aunque los bonos soberanos no están en su mejor momento para ser respaldo de la operación. Lo que sí podrá implementar para sumar reservas, a pesar del disgusto original del FMI por el aumento de la emisión monetaria, es implementar un nuevo dólar-soja o un instrumento similar.

Massa se llevó el elogio del Fondo por el proceso de canje de deuda de los bonos en pesos que inició la semana pasada. La puesta en marcha de esa modalidad, que le permitió patear a uno y dos años los vencimientos que se habían acumulado para antes de las elecciones primarias, estaba vedada por el acuerdo original con el FMI. “Desaparecieron las limitaciones del financiamiento doméstico”, se entusiasmaron en el quinto piso del Palacio de Hacienda.

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Sube la inflación, ¿sube la tasa de interés?
Si bien el staff del organismo multilateral de crédito reclamó “mantener positivas las tasas de interés oficiales en términos reales”, Massa no tiene en mente coordinar con el BCRA una suba de la tasa, sino que mantiene su sueño de bajar la inflación e ir reduciendo el costo del financiamiento local, clave para el sostenimiento de la actividad productiva.

Otro de los puntos sensibles que destacó el FMI fue la necesidad de “fortalecer la progresividad de los subsidios energéticos”. La idea original era que la Secretaría de Energía acelerara el proceso de quita de subsidios, pero Massa dejó claro que extenderá hasta mediados de abril la posibilidad de engrosar el Registro de Acceso a los Subsidios a la Energía (RASE), porque considera que “aún existen muchas personas que no se anotaron y que están en condiciones de vulnerabilidad económica”. “Vamos a multiplicar la difusión”, aseguró el funcionario consultado.

Con todos estos condicionamientos, pero también con los puntos a favor que logró en la revisión, Massa buscará contener los reclamos surgidos del seno de la coalición gobernante. Hábil en el juego de la política, y a pesar de que jura estar lejos de la rosca y metido en su rol técnico, supo utilizar las presiones del kirchnerismo para cerrar un nuevo acuerdo que debería haber estado listo para fines de febrero, pero que su extensión había generado cierta incertidumbre.

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